La deuda, el compromiso, la fidelidad, terminar lo que se empieza, lo pendiente. Te diré un truco, la capacidad de influir en los demás tiene implícita una estrategia, dar algo a alguien para que este, que ni siquiera lo pidió, te lo deba ¿a que tiene gracia? Pues es una putada.
Y es que no siempre se puede pagar una deuda ni terminar un proyecto. Esto es una realidad, y hay una serie de consideraciones importantes que se nos suelen olvidar y por las que nos comprometemos por obra y gracia de nuestra “conciencia” a sufrir y angustiarnos por algo que, en realidad, no podíamos ni podemos cumplir.
De verdad, lo de la decepción está muy usado ya, cambiemos, porqué no. Solo es necesario entender tres premisas muy importantes y que tendemos a olvidar continuamente (incluso, evitar. Es nuestra “naturaleza sufridora”, otro invento, qué se le va a hacer, se nos olvida que buscamos el placer, pero eso es otra historia).
Debemos considerar tres cosas:
¿Quiero hacerlo
¿Puedo hacerlo?
¿Sé hacerlo?
Porque, a lo mejor, no quería hacerlo y me convencieron o, peor, me convencí de ello. No querer tiene pinta de generar muchas trabas, verdad.
Porque quizá no pueda. Qué fácil tomar una decisión o adoptar una buena estrategia si soy consciente de lo que voy a poder hacer.
Porque si no sé hacerlo, no puedo hacerlo. Tiene todo el sentido.
David GV: salud sin síntomas.
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